miércoles, 28 de junio de 2023

¿Sabemos realmente en qué se basa la Astrología?

Para comenzar, una intimidad.

Hasta ahora, he sido una persona que necesita entender y, sobre todo, explicar aquellas cosas que percibe e intuye. 

Cuando comencé a adentrarme en el conocimiento astrológico detallado, me encontré con personas que desde una vereda llamada científica (y una marcada postura crítica hacia la astrología), me "desafiaban" a que comprobara la "veracidad" de la disciplina y el lenguaje astrológico. 

Me puse a buscar mucha información al respecto. Me preguntaba ¿Es científicamente comprobable que los planetas influyen en nuestro destino? Si la tierra no está al centro del universo ¿Cómo es posible que la Carta Natal "promueva" esa teoría científicamente obsoleta? Los avances en el conocimiento científico me hicieron profundizar en mis preguntas, porque, de otro lado, sí podía observar con plena claridad que habían incontables características humanas (propias y de gente que me rodea) que estaban precisamente reflejadas en sus cartas natales.

Comencé entonces el proceso de depuración de los saberes. Enumero a continuación los descubrimientos con los que me encontré:

1. Lo primero que dilucidé, fue que la astrología no realiza sus interpretaciones sobre la base de los movimientos planetarios que se producen en las constelaciones de estrellas, que llevan iguales nombres que los signos zodiacales.

Más bien, se interpreta sobre la base de los movimientos planetarios aparentes (es decir, mirados desde la tierra) que se producen en el cinturón del zodíaco, que es una franja imaginaria que recorre el cielo alrededor de la tierra, y que tiene doce divisiones de 30 grados cada una, que son los llamados signos zodiacales.

Las doce divisiones de la franja imaginaria (o doce signos del zodiaco), no coinciden con las constelaciones, que llevan los mismos nombres que dichas franjas. Por ejemplo, al momento de empezar a escribir el presente texto, el Sol y el planeta Júpiter están ubicados astronómicamente en la constelación de Piscis, pero en términos zodiacales o astrológicos, se encuentran transitando por el signo de Aries

Llegué a este conocimiento, puesto que un argumento que planteaban los científicos aficionados decía que "el cielo ya no es el mismo que cuando se creó la Astrología, las estrellas se han movido y las posiciones de los planetas no coinciden con los análisis que hacen los astrólogos. La astrología dice que el Sol está en Tauro, pero en realidad está pasando por la constelación de Aries". Si asumimos que la Astrología no se estudia sobre las constelaciones, dicha observación queda entonces off side, fuera de juego, obsoleta y hasta en ridículo. No se preocupen, pues siempre hay vida después del ridículo.

2. Con la información que compartí en el punto anterior, me resultó más fácil dilucidar porqué se decía que la astrología se basaba en la idea científicamente superada, de que la tierra se ubica al centro del universo. El punto se clarifica, simplemente, señalando que las observaciones que se realizan, se refieren a movimientos planetarios que son relativos y aparentes, es decir, se trata de movimientos planetarios mirados desde la perspectiva terrestre. Asumir que, producto de la superación del geocentrismo (la tierra al centro), los movimientos planetarios aparentes debieran observarse desde la perspectiva solar carece de sentido, puesto que nuestra experiencia humana se desenvuelve desde este paraje y no otro. Por otro lado, dicha forma de verlo nos permite decir con toda claridad que la Astrología no se basa sobre la idea de que la tierra es el centro del universo, sino más bien, de que el análisis astrológico se realiza desde el punto en el cual vivimos nuestra experiencia, que es en un sentido amplio el planeta tierra, y en un sentido más próximo, nuestro propio cuerpo.

3. Descubrí que la Astrología no versa sobre la "influencia de los planetas en nuestro destino", sino más bien sobre la interpretación de símbolos que provienen desde la mitología, que se manifiestan en los planetas y en el zodíaco, y que se han ido adaptando a las realidades históricas, sociales e individuales del ser humano, en base a la comprensión de que aquello que ocurre con los astros, tiene al menos una correlación precisa con aquello que ocurre en el campo de la experiencia humana. Es decir, como reza el principio hermético, "como arriba, es abajo". Lo que pase con los astros no influye en lo que nos pasa a nosotros, sino más bien, nos muestra algo que está pasando con nosotros. Si sucede en el "cielo", sucede también en la tierra.

Uno de mis maestros (de otra disciplina) me preguntó desafiante "¿Y qué pasa si un planeta explota?". En su momento no lo pensé porque quedé perplejo. Vaya pregunta me lanzó, y yo con la guardia abajo! En todo caso logré hilvanar una semi respuesta que dejó abierto el escenario a la reflexión. Luego pensé en que me habría gustado responderle: "Con seguridad, si llegase eso a ocurrir, nos estaría hablando de algo que está ocurriendo en nuestra experiencia humana, respecto de la simbología asociada a dicho planeta que explota". Ello tiene que ver con que la Astrología evoluciona permanentemente, y se adapta a las diversas culturas, realidades y situaciones novedosas. En el ejemplo que me propuso mi maestro, si el planeta Mercurio fuera absorbido por el Sol, y al representar dicho planeta a la comunicación y los procesos mentales, dicha circunstancia nos podría estar mostrando un proceso humano por medio del cual las formas de comunicación se vuelven más espontáneas o parte inseparable de nuestra esencia (el Sol rige la espontaneidad y la esencia). Quizá, y sigo especulando, podría tratarse de una adquisición plena de la conciencia del principio espiritual que dice que "El universo es mental. Todo es mente".

El ejemplo más comprensible es el de Mercurio retrógrado. Cuando dicho planeta retrograda, no está afectando a las comunicaciones, sino que más bien nos está mostrando, a través del simbolismo de mercurio, que en la tierra se están produciendo problemas con las comunicaciones. Otra cosa es que los humanos con todo este caudal de información disponible lleguemos a crear dicha realidad, pero eso ya es tema para otro escrito.


Otro ejemplo, más remoto. La astronomía está afirmando que en miles de años los anillos de Saturno terminarán por disolverse, por lo cual los Astrólogos ya podemos empezar a adaptar la simbología saturnina a dicho fenómeno. Quizá aquello que conocemos como autoridad humana que restringe, limita y exige a través de anillos que aprisionan, se convierta en un símbolo plenamente diverso.

4. La astrología se mueve, por tanto, más en el escenario de las artes que de las ciencias. No necesita gozar de pretensión científica para demostrar que se trata de un sistema coherente, completo, y con una técnica bastante clara para la realización de interpretaciones. La osadía de las interpretaciones depende definitivamente del camino realizado por la persona que las realiza. Hay quienes se aventuran hacia la predicción, y es por la realización de dichas predicciones que se les debe juzgar. Hay quienes se quedan en la descripción y el autoconocimiento, y es por ello por lo que se les debe juzgar. Ocurre lo mismo con la música. No se puede juzgar con una misma vara a quienes hacen música con muchos instrumentos, a quienes sólo ocupan su voz y su guitarra. A quienes crean y a quienes interpretan. Incluso, si vamos a los mensajes de la música, vemos que algunos son bastante proféticos (predicción), y otros que promueven la revisión de caminos ya transitados (autoconocimiento). Tal es como ocurre con la astrología.

Las artes, a su vez, provienen directamente desde los mundos sensibles e intuitivos del espíritu, por ende, tampoco caben dentro de estas discusiones engañosas sobre si crees o no en tal o cual expresión. Preguntar si "crees" en la astrología, es igual a preguntar si "crees" en la música o la poesía.


5. La Astrología es, finalmente, una herramienta para la consciencia. Aunque a veces se utilice para reafirmaciones que provienen desde el ego o para la división entre los humanos, lo concreto es que está al alcance de todas las personas que quieran saber más de sí mismas, con tal de aceptarse/entenderse/superarse. Por lo mismo es optativa, no se impone, y llega a quien tiene que llegar.


Sugerencia final: salvo que se trate de una conversación donde ambas partes estén abiertas al aprendizaje, no desgasten sus energías para convencer a nadie. La mayoría de la veces es una pérdida de tiempo, salvo que dichas discusiones les insten a ustedes mismos a profundizar en sus conocimientos.

Y tú, ¿Has tenido conversaciones de este tipo? ¿Qué te ha pasado frente a posibles cuestionamientos?

Un abrazo,

Clemente.




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