lunes, 13 de febrero de 2023

La humanidad ante la revolución tecnológica

No hay de qué temer.

Por mucha robótica o inteligencia artificial que exista, los dilemas de la humanidad, probablemente, siempre sean los mismos.

Ni el avance tecnológico desbocado, ni la inteligencia artificial, ni las redes sociales, tienen suficiente fuerza para modificar aquello que está a la base de nuestras tragedias.

Muchas cosas están cambiando -y lo seguirán haciendo-, pero de eso se trata precisamente la historia de la humanidad. Aunque nos aterren, los cambios siempre se han producido.

Produce miedo, por ejemplo, imaginar pasar a ser dominados (o reemplazados) por la robótica. O dentro de las opciones que ya empiezan a visualizarse, que se creen mecanismos para que el ser humano sea inmortal, o que podamos conservar en una computadora nuestra mente, después de que nuestro cuerpo haya perecido.

Para moderar ese miedo, lo primero es darnos cuenta de que ya estamos en esa fase de cambios. Hasta hace 15 años, nadie imaginaba, por ejemplo, que pudiéramos ejercer una cantidad enorme de oficios por vía remota, por poner un ejemplo.

Los seres humanos que aspiren a tener una vida austera, simplemente podrán observar este fenómeno, y sumarse al mismo cuando lo deseen.

El desarrollo tecnológico sin freno, en muchos casos, puede estar motivado por egos humanos insaciables, por falta de manejo. El ser humano sencillo no puede detener este movimiento insaciable. Sí puede observarlo, y hacer uso de aquellos avances que favorezcan su desarrollo y hagan más sencillo su cotidiano, no al revés.

Llegaremos a un punto de desarrollo tecnológico que nos llevará a un cuestionamiento del mismo, tal y como ha ocurrido con todas las revoluciones -y de todo tipo- que ha experimentado la humanidad a lo largo de su historia. Basta ver la infinidad de miradas existentes, por ejemplo, respecto de los avances de la revolución industrial. Nada parece ser tan definitivo y perentorio en la historia humana.

El ser humano sencillo puede conservar su paz y su calma, e ir decidiendo hasta qué punto se integra a los cambios. La base de todo está en preguntarse ¿Me sumo desde mi EGO? ¿Me sumo desde mi ALMA? ¿Me permito evolucionar, o involucionar, con el uso de las tecnologías?

La búsqueda de la propia integridad es, en todos los casos, el más aconsejable de los caminos.

Como en toda revolución, el ser humano podrá elegir con qué expresión aproximarse o identificarse, cuestión que dependerá de su nivel vibratorio en específico. Hay quienes vivirán en los mundos de fantasías creados por los multiversos, otros preferirán usarlos de vez en cuando, otros los combatirán (siendo parte de ellos), otros se abstendrán, otros sólo observarán y harán su vida, otros se desprenderán, otros los usarán a su favor. Y así, se darán infinitas posibilidades.

Si la revolución está en ciernes, estamos entonces invitados a hacer también revolución en el entendimiento del fenómeno histórico, sin miedo y con actitud de observación.

*Texto inspirado a partir de una conversación con mi hermano, Paulo Olivares. Gracias por ayudarnos a plantear las preguntas trascendentales.


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