Escribo estas líneas movilizado por la necesidad.
Me encuentro en la búsqueda de los rayos del sol en medio de un contexto mundial agitado, donde la palabra guerra prolifera por todos los rincones.
Hoy y más que nunca, el amor por la vida se debe hacer presente. Amor por nuestros semejantes, amor por los diferentes.
Sé que la luz se está manifestando, aunque nos hagamos creer a nosotros mismos que la humanidad está perdida, y que el poder es una energía que nos aplasta.
Así lo explica la polaridad: si hay miedo y dolor, es porque también hay amor y sanación. Hay luz, mucha luz.
Lo veo cotidianamente, en las calles, las oficinas, las escuelas. Las personas necesitan dar y recibir amor a través de los gestos.
Necesitamos ayudar a los demás, sin importar quienes sean.
Necesitamos sonreír y acoger a nuestros semejantes y a los diferentes. Fórmula sencilla que debemos aplicar con valentía.
A veces el dolor nos moviliza a tomar posturas, a sumarnos a un bando de guerra por razones mal llamadas éticas.
Ignoramos que de esa forma el dolor sólo aumenta, la guerra se vuelve más cruda, pues creamos una fuerte malla energética a través del pensamiento.
Nos dedicamos a mirar lo que no podemos abarcar, y olvidamos aquello que está a nuestro alcance. Desconocemos el poder comunitario de nuestro gesto cotidiano.
Querido hermano: tus gestos de bondad hacia los demás tienen mucho peso y valor. Cada vez que ayudas al resto, te ayudas a ti, y ayudas a sanar el dolor de la humanidad completa.
El poder está en cada ser humano. No hay que temerle pues a todos nos corresponde ejercerlo en su justa medida. La civilización humana se organiza de acuerdo a nuestro nivel de conciencia.
Todos somos responsables de lo que hoy sucede, en nuestras manos está el cambio.
Los que hacen daño deliberadamente, se dañan a sí mismos. Son quienes más luz y amor necesitan recibir. En la guerra no hay ganadores.
Permitamos que este doloroso momento movilice grandes sentimientos de amor. Veamos a quienes consideramos enemigos como los que nos ayudan a abrir los ojos hacia una necesidad más grande, que es el amor expresado en empatía.
Observemos con tranquilidad y hagamos nuestro trabajo. Pongamos de nuestra parte para encontrar soluciones.
Sé muy bien que este sentir que comparto, aunque silencioso, es mayoritario, puesto que proviene de un llamado del Alma.
En el Alma humana no hay polaridad como en el intelecto. Ella no se equivoca, pues es quien escribe los dictados del espíritu.
Amor, empatía y trabajo cotidiano para un nuevo mundo, que emerge desde la sombra para iluminar nuestra conciencia.